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lunes, 29 de abril de 2013

Monseñor Mazuelos y la cigüeña de la torre

Fernández de la Cigoña cataloga a Monseñor Mazuelos como "mazo de chichinabo"

Francis Castell. No debe estar muy contento nuestro Pastor Diocesano con el artículo que, titulado "Ante el tsunami de nombramientos episcopales que se avecina", publicaba ayer domingo Francisco José Fernández de la Cigoña en el blog "La cigüeña de la torre", del grupo Intereconomía y en el que Monseñor Mazuelos no sale muy bien parado, ya que en el mencionado artículo exponen, entre otras "perlas", que el nombramiento de Mazuelos como Obispo de Asidonia-Jerez fue un error clamoroso. Respetamos, aunque no compartamos, las opiniones de todos, pero no podemos permitir que menosprecien al Obispo, cabeza visible de nuestra Iglesia diocesana, de la forma en la que lo hace Fernández de la Cigoña. A continuación, les ofrecemos, íntegro, el artículo publicado:
"Es inminente un cambio radical de nuestro episcopado. Que en diez años no va a tener nada que ver con el actual. Porque apenas va a quedar ninguno de los que hoy están al frente de nuestras diócesis. Hemos pasado de una situación con el nuncio Monteiro en la que había permanentemente media docena de diócesis vacantes a una completamente distinta. Hoy sólo un obispado español está vacante y apenas hay dos obispos, arzobispos en este caso, con la renuncia presentada y a la espera de que el Papa Francisco se las acepte. La vacante es Tortosa y los arzobispos pasados de fecha son los de Madrid y Barcelona. Pienso que la elección del Papa Francisco ha encontrado al cardenal Rouco con el paso cambiado pues Benedicto XVI le había asegurado su permanencia hasta los ochenta años. Hoy no cuenta con ese aval. Al menos que se sepa.
Llevábamos mucho tiempo con unos nombramientos muy aceptables, tanto bajo Monteiro como con Fratini, algunos verdaderamente excelentes, y no tenemos bola de cristal que nos permita augurar si ello va a continuar así o si se cambiará el rumbo. El último conocido, ya firmado por el Papa Francisco, que acaba de producirse con la designación de obispo auxiliar de Oviedo, sigue en la tónica de buenos pastores en la que apenas ha habido ovejas negras. Que hace no tantos años eran las habituales. Salvo errores clamorosos como los de Taltavull, Ruiz Martorell o Mazuelos, que respondiendo a su nombre es un mazo de chichinabo, todos los demás recientemente promovidos al episcopado son buenos o muy buenos. Pero esa situación de tranquilidad es engañosa. Porque el año que viene, 2014, renunciarán Barbastro-Monzón, Segovia, Lérida y Vitoria. Y en 2015, Burgos,  Mérida-Badajoz, Astorga, Jaén y Ciudad Real.
Doce diócesis pues  en el horizonte inmediato, que habrá que hacer encaje de bolillos para cubrirlas. Y entre ellas cuatro arzobispados. Y dos de ellos los más importantes de España. No lo tiene fácil el nuncio Fratini. Y tras el paréntesis de 2016 ya la de ni se sabe. En 2017 renuncian tres, en 2018, uno, en 2019, siete, en 2020, cuatro, en 2021, nueve, en 2022, ocho, en 2023, cinco, y en 2024, cuatro. Apenas quedarán diecinueve obispos, contando con el todavía electo, como supervivientes del episcopado de hoy. Usando la tan manida frase de Alfonso Guerra, a la Conferencia Episcopal no la va a conocer ni la madre que la parió. De los arzobispos actuales, dentro de diez años sólo quedará uno, el de Oviedo.
El nuncio, sea Fratini o quien le suceda, no va a saber a quién nombrar para tanta vacante como se va a producir. Yo le recomendaría, aun a sabiendas de que mis recomendaciones seguramente no serán bien acogidas, que este año y el que viene nombre obispos auxiliares incluso para Mondoñedo o Tortosa. Para encontrarse con gente mínimamente rodada en el ministerio episcopal. Que si no luego salen Martorelles o Mazuelos.
No vayamos tan lejos. Que ya el inmediato presente es harto complejo. Tortosa no tiene demasiada importancia. Esperemos que el que llegue, aunque sea Taltavull, no se encuentre con que los arciprestazgos valencianos de la diócesis se le subleven porque se le ocurra ir de más catalanista que Maciá. Madrid y Barcelona son capitales. Qué Dios ilumine al Papa en su decisión. Con Barbastro, Lérida y Vitoria no se pierde nada. Más bien se gana casi con cualquiera que se nombre. Uno es pésimo y ha empeorado la situación de los bienes aragoneses que tenía el encargo de resolver. El salesiano es la nada que ni él mismo se cree que haya podido llegar a obispo. Y sobre el aragonés sigue pesando esa sombra maléfica del canario cesaraugustano que no hay forma de enterrar. La sombra, no se me entienda mal. Y que hoy se extiende todavía por todo el Aragón pirenaico.
Madrid y Barcelona, tan hermanadas en la derrota futbolística, son las piezas claves del puzzle. ¿Se arruinará lo que existe en una? ¿Se levantará lo que no existe en la otra? Esperemos que Dios asista al Papa Francisco en tan importantes nombramientos."

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