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martes, 31 de enero de 2012

¡Cuerpo a tierra... que vienen los nuestros!

Enrique Víctor de Mora. La frase, oficialmente anónima, se atribuye no obstante a Pío Cabanillas, aquel Ministro de la UCD que lo fue también de uno los últimos gobiernos de Franco, uno de aquellos donde, como ha sucedido en Jerez en cuestión de cofradías, algunos ya se aprestaban a enterrar las inquebrantables adhesiones del pasado y declararse fervientes defensores del futuro. Se ve que la persistencia de los modos y maneras magnificamente enunciados en el adagio de "El Gatopardo", son una realidad: cambiarlo todo, para que todo siga igual.

Hubo un tiempo que en Jerez se creó un fértil maridaje entre poder político y Cofradías. Los frutos están a la vista: casas de Hermandad, oficios y beneficios. Eso, en cuanto a los frutos "buenos". Los malos salen ahora "que vienen los nuestros", porque ahora "los nuestros" son otros, pues ya murieron políticamente "los nuestros" del ayer. No se si se me entiende. Yo creo que sí.

Pasaron las personas pero ha quedado la filosofía perversa: las Hermandades son semillero de votos, son influencia, son poder, son arquitrabe social (al menos en teoría, algunas en la práctica, otras ni por asomo), son escuelas de liderazgo (algunas a nivel de parvulario, pero escuelas) y "se debe contar con ellas para construir la ciudad". Traducción: hay que mantener, acrecentar, fomentar la influencia en las Hermandades, a través de sutiles hilos, delicados canales, elementos personales de un papel esencial. Repito. Ha quedado la filosofía, el sistema.

Hubo un tiempo en los que, dicen algunos, sonaban teléfonos en casas u oficinas de cofrades significativos, y a través de ellos se dictaban consignas. Otras veces, las consignas eran más sutiles, mas propias de un estilo refinadamente diplomático (de una diplomacia estilo Richelieu), o quizá tan solo eran un efecto que se instalaba en el pensamiento tras de comprobar otras determinadas acciones o políticas: había que hacer esto, cuidado con hacer esto otro. Eso dicen que pasaba. A mí no me consta. Lo que no quiere decir que no pasara. Sólo transcribo lo que muchos han dicho. Quizá si algunos se decidieran a hablar sabríamos la verdadera intrahistoria de las cofradías de Jerez en un período muy significativo. Acotemos una época, por ejemplo: 1990-2011. ¡Cuantas sombras saldrían a la luz!

Eso dicen que pasaba, pero a mi nunca me llamaron. Puede que me llamen tras leer estas líneas. Les estaré esperando con los brazos abiertos. Ahora, en estos días, también suenan teléfonos, eso dicen, y no se si hay consignas pero hay gente que parece acojonada. Otros tienen los arrestos de esperar que salga el sol por Antequera, y no parecen dispuestos a callarse. Bien por ellos. En todo caso, me interesa resaltar lo siniestro de la jugada: sólo han cambiado, parece, las manos que descuelgan teléfonos, pero no el fondo del mensaje. No hay que decir mucho. En el subconsciente colectivo ya está instalado el proceso. A raíz de esto, muchos se preguntarán: ¿hemos cambiado para que todo siga igual? Si fuera así, mejor exiliarse. Un exilio interior pero crítico, observante, denunciante...LIBRE!

En el ambiente flotan muchos factores, y me vienen a la mente algunas frases o cuestiones que pueden ser objeto de reflexión. Escojamos algunas:

1.- Ahora les toca a otros manejar "el juguete", pero no saben hecerlo. O han perdido el libro de instrucciones. A lo mejor en vez de un juguete es un arma. En ese caso: ¡cuidado, que las carga el diablo!

2.- Hemos vivido como cigarras y ahora nos toca vivir como hormigas.

3.- Uno de los elementos perversos de la praxis democrática de las sociedades actuales es el terror a la opinión pública. Hasta el punto, que la opinión pública, que muchas veces es la opinión de colectivos escasamente representativos, puede condicionar muchas decisiones que en justicia deben tomarse.

4.- "Los nuestros" no tienen perdón con "los suyos". Y para colmo, pretenden muchas veces congraciarse con "los otros", con esos que siempre les despreciarán.

5.- Algunas veces hay que tener la clarividencia necesaria para tener la conciencia de lo delicado de algunos momentos. De la necesidad de la cabeza fría, y de no despegarnos de nuestro verdadero sitio. En realidad "los nuestros" no son los que algunos piensan, sino ese lugar que siempre ha estado ahí, aunque a veces nos maltrate. Pero es nuestro lugar.

Ahora ando enfrascado en un libro genial. Y veo que, por encima del tiempo, de las circunstancis y de las personas, el genio es el que sabe combinar con perfección la Providencia con la Fortuna y la Virtud.

No se si estas líneas han resultado un tanto ambiguas u oscuras. Me basta con que algunos me entiendan.

Termino: el problema no es sólo el "cuerpo a tierra que vienen los nuestros". Es que algunos no saben si son "de los nuestros". Y otros se preguntarán: pero...¿"los nuestros" somos nosotros?

Por mi parte, una cosa quiero aclarar. Yo nunca fui "de los nuestros". Ni de "los otros". Y eso no tiene precio.

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