un ángel color moreno.
Lleva sus alas quebradas
por el tránsito del tiempo.
Por la Porvera camina…
Con paso tranquilo y lento
va buscando la Victoria
que tiene nombre de templo.
Vestido va de azahares
por afuera y por adentro.
Su cara destila amor
de Paraísos perpetuos.
Una aureola de oro
se derrama en sus cabellos…
Se la prestó aquella Cepa
hoy sin uvas ni sarmiento.
Su porte -pese a los años-
sigue siendo tan flamenco,
que hasta los duendes del Arco
dicen “ole” "ná" mas verlo.
Pero, él sabe que la vida
es el suspiro de un verso
tras el manto Soledad,
de un Viernes Santo de negro.
Por la Porvera camina
el ángel del sentimiento.
Bajo el brazo lleva un libro
de romances y sonetos
escritos junto al calvario
del Santo Descendimiento.
Al llegar hasta la puerta
ha mirado el azulejo
y ha santiguado su frente
con la yema de sus dedos.
La Soledad de la Madre
la espera en el presbiterio
y él la busca sin llamar
por los Santos Evangelios.
Entre sus sienes pasea
-soliloquio de un “te quiero”-
una estela de plegarias
revestida de recuerdos...
..la paz le pesa en el alma
más que todo el universo
cuando siente en sus mejillas
cada beso de Severo.
En sus retinas, Rosario
-vestida de blanco entero-
pone en su dedo el anillo
y le jura amor eterno.
Recuerda -nerviosa espera-
los seis hijos que vinieron
y que llenaron de gloria
hasta el blanco de sus huesos,
tesoro multiplicado
en el amor a sus nietos..
Añoranza es de un ayer
con ochenta y siete inviernos
que cansado de querer
-Soledad de tristes duelos-
se ha dormido en tu regazo
buscando el descanso eterno.
¡Ay, Antoñito Gallardo!
¡Mi ángel color moreno!
Se me partió el corazón
al saber de tu silencio...
(Por la Porvera camina
un Dolor sin compañero...
Martinetes y Tonás
se abrazan los dos gimiendo...
y se desgarra un adiós
largo y semanasantero...)
Fuente: Cofrademanía.
