Antonio García-Figueras Romero. En estos momentos de especial dificultad, donde muchas familias lo están pasando francamente mal y donde la pérdida de valores es más que evidente, quisiera resaltar la existencia de personas que viviendo un auténtico calvario, donde el dolor llega a cotas que no deberían existir, dan ejemplo diario de su condición cristiana.
Complementando la experiencia enriquecedora de los santos, es muy importante para los que estamos en esta vida contar con ejemplos actuales, de nuestro entorno, con personas que aun viviendo circunstancias muy adversas dan ejemplo todos los días de su compromiso cristiano.
El caso que nos ocupa es un ejemplo de superación, de lucha continua, de levantarse después de cada caída, en definitiva de fe total en Dios nuestro Señor. Doy gracias al Cristo de la Defensión por haberlo conocido. Y digo bien, pues fue a través de ÉL por el que nuestros caminos se cruzaron.
Hace algunos años sufrió el golpe más grande que unos padres puede recibir. Perdió a una de sus hijas tras una devastadora enfermedad. La ejemplaridad con la que ese ángel llevó y soportó su padecimiento sorprendió a todos. Tanto impactó que hoy en día el nombre de este ángel titula el premio a la superación en su colegio y la acción caritativa de su hermandad. Por cómo ella sobrellevó la enfermedad se entiende también el ejemplo de su padre.
Tras esta herida mortal de la vida, la familia tuvo que seguir adelante. Lo hicieron y lo hacen con gran dolor, pero apoyándose en la firme convicción de que su niña está con ellos y que goza de la presencia del Señor y de su Madre. Pero desgraciadamente ahí no terminó el padecimiento. Ahora es él quien sufre la enfermedad. Cuando aun estás mentalizándote del duro golpe que te ha dado la vida recibes otro de gran magnitud. Tantos palos harían tambalear al más fuerte y hacerte dudar de todo. Él sigue luchando y viviendo el día a día, apoyándose en los suyos y sobre todo en Cristo y en María.
El día que salió su Hermandad dio un importante ejemplo a sus hermanos y a todos los que tenemos la gran suerte de conocerlo. Debilitado y extenuado por las semanas de radioterapia y de la sesión que se había dado esa misma mañana, vistió la túnica nazarena para recibir a los suyos. Desde el más absoluto anonimato él sabía que su obligación era liderar a sus hermanos en el día más importante. Y así lo hizo. Escoltado por su numerosa "guardia pretoriana" cumplió con su cometido. Fue sólo un gesto, pero cuánta lección magistral de compromiso hacia su túnica y hacia sus hermanos.
No quisiera obviar a su mujer. Auténtico ejemplo de entrega, apoyo y ayuda. Ella es el firme pilar sobre la que se sustenta la familia y que al igual que María, sufre los "dolores" de la amargura pero con un fuerte amor hacia Cristo.
En tantas cosas superfluas que rodean a nuestra Semana Santa hay que destacar la ejemplaridad de ciertas acciones que sin lugar a dudas nos hacen recuperar y valorar el verdadero sentido de nuestras creencias.