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jueves, 9 de febrero de 2012

Editorial libre

Álvaro de la Calle Cánovas. No es fácil la decisión que ha tenido que tomar el pleno de hermanos mayores sobre el asunto de los palcos.

La fotografía de la ciudad es realmente desoladora, bancarrota en el ayuntamiento, problemas laborales y económicos por cualquier rincón de una ciudad asfixiada por las deudas.

En medio de toda esta situación las hermandades, que sin comerlo ni beberlo se ven envueltas dentro de un problema que les afecta, aunque ajeno y en ningún caso provocado por ellas.

Esta ciudad necesita acciones sensatas y pacificas. Los ánimos están caldeados, son muchas las personas que no cobran desde hace meses, pero eso nunca debe influir en la protestación pública de fe de nuestras hermandades.

Además del beneficio económico que un acontecimiento de esta índole, como es la Semana Santa, declarada de interés turístico nacional, repercute en una población ahogada, con unas cifras de desempleo que provocarían un estallido social en cualquier rincón del mundo. Independientemente del beneficio directo que esta semana ejerce sobre la ocupación hotelera, la hostelería, el comercio, floristerías, bandas, bordadores, imprentas, medios de comunicación, vendedores ambulantes y un largísimo etcétera. Esta ciudad no puede ni debe permitirse el más mínimo riesgo de entorpecer la celebración de la misma, por mucho que la situación sea límite.

No olvidemos nunca que esas hermandades que salen a lacalle son las que solo en la campaña de navidad han destinado mas de 25 toneladas de alimentos a los mas necesitados, que desgraciadamente y todos los sabemos cada vez son mas en este Jerez de nuestros amores. Que muchos comedores, obras benéficas, asociaciones no podrían funcionar sin el apoyo de las hermandades. Que se ayuda a personas que lo están pasando muy mal sin pedirles nada a cambio, que se pagan recibos, se compra ropa y lo que haga falta, que siempre es poco, por el simple hecho de ayudar al prójimo. Eso son nuestras hermandades, asociaciones de fieles preocupadas y comprometidas con nuestra sociedad. Defensoras de tradiciones ancestrales que se pierden en el tiempo, pero al mismo tiempo vivas, al servicio de la ciudad y de sus gentes.

Jerez no puede permitir que se tambaleen los cimientos de nuestra forma de ser. La Semana Santa, las hermandades, sus hermanos también son Jerez, entre todos tenemos que conseguir que las cosas transcurran con la normalidad que exigen los tiempos y sigamos sintiéndonos orgullosos de ser lo que somos: Jerezanos de bien.

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