Francisco C. Aleu. No merece la pena incidir en los números de lo que el mal tiempo quiso que no fuera. Es posible que la Semana Santa pasada ocupe un lugar en la historia como la que provocó que un mayor número de cofradías se quedara sin hacer estación de penitencia a la Catedral. Será buena señal que tengan que pasar varias décadas para que Antonio de la Rosa nos recuerde el dato histórico en uno de sus trabajos de investigación.
Lo que no fue pertenece a la historia. Aquello que sí ocurrió perdurará en la memoria, que es quizá más importante. La no Semana Santa de 2011 me deja mejores sensaciones que otras donde el tiempo permitió la salida de todas las hermandades. Me maravilla comprobar que los cofrades estamos hechos de una pasta especial. En caso contrario, no se entendería que miles de nazarenos salieran de sus casas al encuentro de sus titulares sabiendo de antemano que era prácticamente imposible que las puertas del templo se abrieran. Y nadie faltó a la cita. Adquiere un valor singular que en una ciudad que casi presume de su general apatía, niños y mayores desafiaran al temporal de lluvia que caracterizó a la Noche de Jesús para hacerse presentes junto a sus titulares.
Políticos, comerciantes y demás agentes sociales sostienen a diario el discurso de que el centro es inaccesible. Unos reivindican el tranvía como solución a todos los males. Otros, una mejora sustancial en el servicio de autobuses; rebajas en las tarifas de los aparcamientos; e incluso la construcción de un túnel que facilite las comunicaciones. No ha hecho falta ni lo uno, ni lo otro, ni lo de más allá. Las calles del centro se han llenado de gente para ver (o para no ver) a las cofradías. Finalizada la Semana Santa y retirados los palcos de la vía pública, el centro ha recuperado su imagen habitual. Ya no hay nadie.
Hará cosa de dos o tres meses, la empresa municipal de radio y televisión (que pagamos entre todos, incluidos los cofrades) puso todos sus recursos en manos de un gurú de la comunicación. El objetivo era poner en marcha un programa multimedia donde fueran protagonistas las nuevas tecnologías y los televidentes.
La comedia duró hasta que Antonio Moure se puso al frente de Entre Varales. Bastó un rato de emisión para que el programa de contenido cofradiero ridiculizara los números del espacio que presumía de estar a la vanguardia de todo. Ni a Moure, ni a ninguno de los contertulios, les hizo falta insultar a los no presentes para multiplicar la cifra de amigos en facebook ni el número de mensajes.
Conclusión de la 'no Semana Santa'
La no Semana Santa de 2011 ha puesto de manifiesto el peso que tienen las cofradías en la ciudad. Nada más finalizar, distintos sectores económicos se han apresurado a hacer números, admitiendo pérdidas millonarias por la no salida a las calles de la mayor parte de las cofradías. Incluso, el Ayuntamiento se ha visto obligado a bonificar el 100 por cien de las tasas cobradas a los bares por la instalación de veladores y a los vendedores ambulantes.
José Antonio Zarzana recordó en su Pregón que la Semana Santa pertenece al pueblo. El resumen de todo aquello que no fue nos deja para el recuerdo una imagen. El “¿por qué zeñó, por qué?” del polígono de San Benito había sido visto en youtube por 14.000 personas hasta este pasado viernes. ¿Por qué tanto interés si se supone que todo esto no interesa nadie?
Quizá por lo que decía el pregonero. Porque todo esto es del pueblo y perdura en el tiempo a pesar de los cofrades, que necesitamos una semana de lluvia para darnos cuenta de lo que tenemos entre manos.
Apuntes de lo que sí fue
Ni el viento ni la lluvia deben llevarnos a obviar otras cosas que ocurrieron a lo largo de la extraña Semana Santa de 2011. Por encima de todo destaca el estreno de la Hermandad de la Paz en la Carrera Oficial. Los cofrades de Fátima se empeñaron en aprovechar el momento para poner en la calle a la Virgen del Refugio y lo consiguieron. Que este verdadero milagro se haya verificado en un contexto de crisis económica sin precedentes otorga aún más mérito a esta hermandad.
La coyuntura económica llevó a los agoreros a presagiar una merma considerable de los cortejos nazarenos. No ha sido así, por cuanto que la generalidad de las cofradías que han podido llegar a la Carrera Oficial se han presentado con más nazarenos que el año anterior. La crisis no ha desmovilizado por tanto a los cofrades, sino todo lo contrario.
En los aspectos estéticos también se sigue mejorando. El exorno de los pasos, por regla general, es irreprochable. Algo parecido ocurre con la presentación de las imágenes o el trabajo costalero. Los repertorios de los pasos de palio parecen haber mejorado en estos últimos años, aunque en casos cada vez más localizados se sigue apostando por las rumbas y similares en detrimento de las verdaderas marchas procesionales.
El diagnóstico cambia cuando toca hablar de la música que suena tras los pasos de misterio. Tanto las agrupaciones musicales como las bandas de cornetas y tambores (que ya no lo son) demuestran un alto nivel interpretativo. Distinto es que las marchas que interpreten estas últimas resulten o no apropiadas. A mi juicio -que es personal e intransferible- la mayoría de las composiciones suenan a cualquier cosa menos a Semana Santa. Una verdadera lástima que la lluvia nos privara de escuchar a la Banda de Cornetas y Tambores de la Centuria Romana Macarena, la única que se mantiene fiel al estilo de Policía Armada y que realmente suena a Semana Santa.
La Carrera Oficial ha vuelto estos días a ocupar titulares de prensa sin que se sepa realmente por qué, sobre todo si se tiene en cuenta que el Consejo se renueva en octubre y que, por tanto, cualquier debate al respecto debe esperar al otoño y a lo que entonces decidan los hermanos mayores. Mantengo que el modelo actual es un dislate. El modelo que algunos proponen toma la dirección contraria a lo que dicta la razón. Un apunte: cuando todo empezaba en la Rotonda no había debate. Por algo sería.
lunes, 2 de mayo de 2011
Crónica de la Semana Santa que fue y de aquella que no pudo ser
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