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miércoles, 5 de marzo de 2014

'Vender la Cuaresma'

José Manuel Rodríguez González. Llegó por fin la Cuaresma, este año más tarde de lo habitual, pero ya está aquí. Y como siempre, nos traerá todo un rosario de actos cofrades de diversa índole que nos ayudarán a hacer más cortos esos cuarenta días que nos llevarán hasta un nuevo Domingo de Ramos. Del mismo modo que ocurre con la Semana Santa, si miramos la Cuaresma desde un punto de vista meramente cultural o turístico, dejando un poco al margen el aspecto cofrade o religioso, suponiendo que esto sea posible, ¿alguna vez se han parado a pensar en la enorme oferta que las cofradías ofrecen tanto a la ciudad como a sus visitantes? Es una fecha en la que, prácticamente a diario, cualquiera puede disfrutar desde la solemnidad de un besamanos hasta un concierto de marchas procesionales, pasando por la exposición del patrimonio en los altares de insignia o de la liturgia por ejemplo en una función principal de instituto.
En los últimos días aparecía en la prensa que el Ayuntamiento de Sevilla había ido a Madrid a vender su Cuaresma por primera vez. Igualmente, en la última Feria internacional de turismo (Fitur), una Asociación compuesta por ocho municipios de las provincias de Jaén, Córdoba y Sevilla presentaba el producto 'Cuaresma y Semana Santa de Caminos de Pasión'. En ambos casos el objetivo es el mismo, dar a conocer la Cuaresma de eso lugares para atraer turistas no sólo durante los días de la Semana Mayor.

Pues eso, ¿por qué Jerez no 'vende su Cuaresma'? Desde el majestuoso besapiés del Santo Crucifijo, con el insuperable escenario de la Capilla del Sagrario de San Miguel de fondo hasta el besamanos a la Virgen de las Angustias, ejemplo de elegante sencillez y devoción del pueblo. No se sí correspondería al Ayuntamiento, a la Unión de Hermandades o a una delegación compuesta por ambas instituciones. Llámenlo 'turismo religioso', 'turismo cofrade' o como les parezca, pero cojan desde el Miércoles de Ceniza hasta el Viernes de Dolores, envuélvanlo todo, pónganle un lazo morado y véndanlo desde Madrid a toda España y el resto del mundo (las cofradías corremos con los gastos de todo el montaje). Intentarlo no costaría mucho, sólo pagar algunas dietas por el viaje, editar unos libretos con los actos lo más completo posible y realizar una página web de consulta. Esto solo aportaría, en mayor o menor medida, beneficios a una ciudad asolada por el paro. Y si no, pregunten a los hosteleros del centro qué opinan, por ejemplo, sobre las procesiones extraordinarias. ¡Debería de haber una cada día!, les dirá el que menos. Que traducido resulta que, igualmente, durante un concierto de marchas, un besamanos o un Vía-Crucis, el del bar de la esquina lo mismo en lugar de necesitar dos camareros, necesita cuatro y el hotel en lugar de estar al cincuenta por ciento pues llega hasta el sesenta, por decir una cifra.

Es cierto que las cofradías no celebran estos actos para atraer el turismo, ni generar empleo (vuelvan a guardar los cuchillos). Ya dije al principio que por un momento nos centráramos en el aspecto turístico. Pero entonces, ¿qué ganarían las cofradías con todo esto? Pues en primer lugar uno de sus principales objetivos, fomentar la devoción a sus titulares entre el mayor número de gente posible. Nunca se sabe qué visitante puede caer fulminado como San Pablo al descubrir en la Catedral la portentosa imagen del Santísimo Cristo de la Viga,ya en su paso, esperando el Lunes Santo, o al encontrarse en la Capilla del asilo de San José a la Virgen del Desamparo bajo el palio más bonito del mundo. No sería el primero. Y quién sabe, lo mismo al darse a conocer así la Cuaresma, al despertar mayor interés y venir la gente expresamente a descubrirla igual algunos comienzan a mirarla con otros ojos y dejan de ver la organización de los actos propios de la fecha como un problema.

Foto: Alberto Díaz.

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