Tribuna libre
Jesús García Sánchez. Hoy voy a darle un poco de "caña" al arquetipo de los sepulcros blanqueados de atriles, un personaje peculiar que en toda Semana Santa de nuestra región no falta; algunas ciudades pueden contar con uno o con varios, esto va en consonancia de los habitantes; porque a mayor población, mayor índice de maldad por metro cuadrado.
El "atrilero blanqueado" dícese del personaje que va dando pregones a todo lo que se precie; exaltando la misericordia, la honradez y la lealtad que nuestro evangelio y nuestro Señor Jesucristo nos enseña en cada lectura. Pero no queda ahí, sino que este espécimen no lleva a gala lo que tanto grita con versos enlazados en los diferentes atriles de las Semanas Santas.
Cada vez que conozco a uno, viene a mi recuerdo ese fragmento de Antonio Machado perteneciente a Don Guido donde dice eso de "Aquel trueno vestido de nazareno".
Pues nada más lejos de la realidad, estos "truenos" cubiertos antifaces transparentes, esconden en su interior muchas de sus miserias que intentan blanquear con palabras bonitas pero vacías. Truenos que "recitan" en su vida diaria pregones totalmente al revés, y que tienen su consuelo en pedir perdón al Altísimo con rimas y romances. Estos infelices creen que con eso se lavan la conciencia y pueden continuar con sus vidas de puñaladas, envidias y malas intenciones... Y ya saben ustedes que sin propósito de la enmienda, no hay perdón que valga... Pero bueno, ellos siguen "erre que erre".
A todos ellos no les pienso pagar con la misma moneda, espero que tengan salud y algún día pidan perdón. Y recuerden, el mejor pregón no es el mejor escrito, sino el que sale del corazón.
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