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jueves, 11 de febrero de 2016

El Cristo de las Almas presidió el Vía Crucis de la Sacramental de Santiago

Redacción. Miércoles de Ceniza. Seis en punto de la tarde. El agua mustia caía fina, grácil, leve. Se abrían las puertas de la Capilla del Asilo de San José y un riguroso cortejo iluminado con cera roja sacramental comenzaba a desfilar hacia la calle de la Sangre. Se iniciaba el Vía Crucis que, un año más, presidía el Santísimo Cristo de las Almas, imagen atribuida a Diego Roldán y que veneran los cofrades de la Sacramental. Desde el exterior, se percibían los primeros inciensos aderezados con los sones de la Capilla Musical. Estampas románticas en la feligresía de Santiago. El Crucificado, restaurado recientemente por el sanluqueño Jesús Guerrero García, procesionaba en unas andas en las que se ha incorporado la antigua canastilla del que hasta el pasado año fuera el paso procesional de la Virgen de la Quinta Angustia de Arcos de la Frontera, el mismo en el que desde 1965 a 1980 portara cada Viernes Santo por las calles de nuestra ciudad a la Santa Cruz en el Monte Calvario y Nuestra Señora de Loreto en su Soledad.
Este antiguo paso fue adquirido por el Ejército del Aire, para la Hermandad de Loreto de Jerez, a la Hermandad de la Vera-Cruz de Alcalá del Río en 1965. La antigüedad de este paso se remonta a 1885, en una época en el que la Hermandad alcalareña comienza a resurgir tras los negativos efectos producidos por la Guerra de la Independencia. El calabobos era intermitente y el rezo de las estaciones del Vía Crucis continuaba según lo previsto. Decenas de fotógrafos captaban imágenes para la historia. Juan de Torres, Porvera y Chancillería se convirtieron en perfectos decorados al paso del Cristo de las Almas, portado por la cuadrilla comandada por Martín Gómez Moreno y su hijo.
Al llegar al Convento de las Reparadoras, la dirección de cofradía optó por acortar el itinerario previsto, evitando transitar por San Juan, Palma y Justicia. Recogimiento y oración. La comitiva regresaba a la Capilla del Asilo. Se difuminaba el Miércoles de Ceniza. El agua mustia caía fina, grácil, leve.

Fotografías: Jaime Sánchez García

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