Los 'millonarios'

Francisco C. Aleu. Esto que les voy a contar lo llevo en secreto para que no se enteren los de la revista Forbes y, sobre todo, para no quitarle el puesto a Amancio Ortega, que observen lo mal que debe andar de dinero que estos días se ha visto obligado a abrir un establecimiento en la Quinta Avenida de Nueva York.

Es posible que a partir de mañana no pueda pasear con tranquilidad, que haya gente que me acose, que me mire con envidia mal simulada o que directamente me retire el saludo.

Da igual. A pesar de todo, lo voy a decir: tengo un palco, y de los caros. En la calle Larga. Sí, sí, como oyen. Un palco, con ocho sillas. Hay gente que tiene un piso en la playa y un cuatro por cuatro, y yo tengo…, un palco.

A decir de buena parte de los jerezanos, puedo presumir de un privilegio propio de la aristocracia, porque da la sensación de que sentarse en una silla del Puito está reservado a una élite de la sociedad, a aquella que puede permitirse el lujo de pagarlo.

Y ya ven, en los años que llevo sentado en la calle Larga todavía no he visto por allí a la Duquesa de Alba ni a Carmen Lomana. Ni siquiera a Amancio Ortega, que es dueño de media calle pero que, a lo que se ve, no dispone del capital suficiente como para sentarse en la silla de tijera.

El palco vale –me ruboriza casi decirlo- 300 euros de vellón. Lo que significa que cada una de las ocho sillas cuesta 37 euros y medio. O, lo que es lo mismo, que para sentarse cada tarde en la milla de oro de las cofradías hay que soltar 5,35 euros.

No sé si ese dinero alcanza para comprar un cartucho de palomitas en una de esas modernas salas de cine que proliferan por el extrarradio de la ciudad. No sé si tendría suficiente para echarle agua al coche en uno de esos lavaderos donde tanto gusta a la gente pasear en chándal.

De momento, esos cinco euritos me dan para sentarme en la calle Larga y formar parte de esa élite que, conjuntamente conmigo, integran otros catorce mil jerezanos.

De todo esto, por favor, que no se entere Forbes, no sea que nos vayan a freir a impuestos.