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viernes, 2 de julio de 2010

La Hermandad del Santo Crucifijo, en Tierra Santa (01/07)

Redacción. Ya estamos en la ciudad Santa. Ya nos hemos sumergido en esta auténtica torre de babel en la que conviven, de mejor o peor manera judíos, cristianos y musulmanes, ya nos hemos cruzado con un judío ortodoxo que se ha tapado la cara con su libro de oraciones para no contaminarse con nuestra presencia, ya hemos paseado por la miseria y suciedad del barrio musulmán y por la limpieza impoluta, la seguridad y la luz del barrio judío. Ya estamos aquí dispuestos a vivir esta segunda etapa de nuestra peregrinación que culminará el próximo lunes.

Pero antes han sucedido muchas cosas, muchísimas. Parece mentira a la velocidad que vamos todos, como nos cunde el tiempo, la cantidad de cosas que somos capaces de hacer 86 personas sin perderse, sin retrasos, sin compras a destiempo. Pero es que levantarnos a las seis todos los días da para mucho.

Empezamos en el Jordán. Queríamos renovar nuestro bautismo en el mismo río en el que Juan bautizó a Jesús, pero el lugar real de aquel bautizo, cerca de Jericó, está ahora cerrado por cuestiones de seguridad y el gobierno de Israel ha habilitado un brazo del río en una zona cerca del Lago de Tiberíades para que los peregrinos puedan ver cumplidos sus deseos.

Pero no es lo mismo, artificialidad, marketing... El acto no puede revestir la intimidad que requiere, y termina convirtiéndose en algo que, bueno no está mal, pero muy lejos del nivel de vivencias que llevamos sintiendo en estos días.

Menos mal que fue rápido y salimos pronto para Qum Ram, junto al Mar Muerto, el lugar más bajo de la tierra (416 metros bajo el nivel del mar), el sitio donde hace setenta años se descubrieron más de 14.000 manuscritos de los Esenios y sobre las que tantas mentiras, falsedades y tonterías se han escrito.

Impresiona ver cómo vivían aquellas personas en pleno desierto, qué comían, qué hacían, como conseguían el agua... e impresiona más saber que en aquel paraje Jesús subió a una montaña cercana y sufrió amargas tentaciones.

Muy cerca de allí, el Mar Muerto. Parada obligada para que casi todos se vistieran como en Valdelagrana para recubrirse de un lodo negro asqueroso y flotar en unas aguas calientes y salitrosas. Si nos dicen en Jerez que tenemos que hacer lo que os he dicho, nos reímos de la propuesta. Aquí no, aquí hemos disfrutado como chiquillos en la única hora de asueto que hemos tenido en todo el viaje.

Otra vez al autobús. Otra vez comida. Otra vez autobús: Ein Karen (la ciudad de Isabel, la prima de María; la ciudad que vio nacer a Juan el Bautista). En la Iglesia que conmemora el lugar de su nacimiento, recoleta, española por los cuatro costados porque fue costeada por los reyes de España el siglo XVI, íbamos a retomar de nuevo nuestra peregrinación.

Hoy no tocaba Misa, pero el final del día de ayer en Tabor cortado abruptamente, nos hizo pensar que era bueno para el grupo compartir una nueva Eucaristía, y, gracias a Dios pudimos hacerlo, y gracias a Dios vivimos otro momento inolvidable.

El Padre Ramón, en su homilía, retomó la conversación con el corazón que el Padre Felipe no terminó en Tabor, y desde la transfiguración nos sumergió en el mensaje misionero de Juan, y en el fin evangelizador de nuestra Peregrinación. Y... el silencio tras su homilía. Dos, tres, cuatro minutos, nadie lo sabe, porque nadie se movió, el silencio se cortaba, el tiempo no pasaba.

Los silencios del Padre Ramón se están convirtiendo en muy importantes. Alguien ha dicho que el Padre Ramón es Morante de la Puebla y el Padre Felipe es una mezcla de 'El Juli' y Manzanares. No soy especialmente taurino y no lo puedo valorar, pero si puedo decir que nuestros directores espirituales son dos primeros espadas de nuestra Iglesia. Impresionante, de verdad, todo lo que os pueda decir es poco.

Tras la Misa que, curiosamente, fue seguida por un Pope y su grupo de peregrinos, lo que creo que nos envalentonó, había que realizar un esfuerzo inmenso porque teníamos que subir una cuesta empinada de más de 500 metros para llegar al templo franciscano que se ubica en la primitiva casa de Isabel, la prima de María. Pero mereció la pena, porque rezar el 'Magnificat' donde surgió es todo un privilegio al alcance de pocos.

Pero aun quedaban sorpresas. Llegada a Jerusalén. Subida al monte Scopus (junto al monte de los olivos y ante la universidad hebrea de Jerusalén). Vista maravillosa de la ciudad que nos dejo a todos atónitos y... María, nuestra guía principal, el motor de la peregrinación.

Una pequeña copa de madera para cada uno, un poco de vino, un brindis por la paz en la Tierra de Cristo, y el canto del salmo que nos sitúa ya en Jerusalén. Y más... Nos hizo cogernos de la mano, hacer varios corros, y para sorpresa de todos empezó a cantar la canción que los judíos cantaban hace dos mil años cuando llegaban a las puertas de la ciudad, que fue seguida por todos, y fue bailada por todos con un ritmo monótono y alegre.

Si queríamos sentirnos de verdad parte de esta tierra, al menos por unos días, creo que no ha habido mejor manera de hacérnoslo vivir.

Y el final del día. Para todos aquellos que lo deseen, María nos dará una vuelta por la ciudad antigua hasta el muro de las lamentaciones (por cierto, ayer dije que era israelita y es realmente Palestina cristiana, casada con un palestino cristiano maronita).

El paseo ya casi os lo he comentado al principio. Tan sólo ha faltado que un judío ortodoxo nos escupiera a nuestro paso como dicen que hacen algunos que consideran a los cristianos cerdos, pero es triste ver a un montón de gente anclada en un pasado sin futuro, con la esperanza puesta en la llegada de quien ya llegó hace dos mil años, llorando frente a una simple pared en la que ellos dicen que está su Dios. Gente que no trabaja porque sólo se dedica a estudiar la Tora, que vive de subvenciones y limosnas, que tiene a las mujeres sojuzgadas, que...

Nos dicen muchos, que a estos ortodoxos nos los pueden ver el 90 por ciento restante de judíos que tiene que trabajar denodadamente para mantenerlos. En fin, cosas de estas tierras.

Pero lo importante es que estamos ya aquí, que mañana marchamos a Belén, que seguimos viviendo y disfrutando una peregrinación que Dios está permitiendo que sea casi perfecta.

Mañana intentaré seguir transmitiéndoos nuestra alegría y felicidad. Hoy hemos vuelto a pedir por nuestras hermandades.
Mañana, día dos, pediremos, desde el recuerdo de 'Nono' Merino, por todos los cofrades que se fueron, por sus familias, y por todos ustedes.

Un abrazo de todos cuantos compartimos con vosotros la ilusión de esta experiencia.

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