La Razón. Ha sido el pregonero de la polémica y de la dimisión de Adolfo Arenas como presidente del Consejo. Objeto de críticas por su juventud e inexperiencia, se enfrenta al juicio más duro. El del Domingo de Pasión
–¿Le ha sorprendido la elección del Consejo?
–La verdad es que sí. No sabía nada y no me habían avisado de nada. Cuando me llamó Manuel Nieto, secretario del Consejo, para comunicarme que Adolfo Arenas quería hablar conmigo, la verdad fue una sorpresa. Le pregunté que si era broma.
–¿Eso por qué?
–Como llevaban las quinielas que se hacen con los mismos nombres tanto tiempo, nunca pensé que me tocaría a mí.
–¿Cómo han pasado las primeras horas tras la elección?
–Como un maratón, atendiendo llamadas, a los medios de comunicación, recibiendo felicitaciones y buscando un hueco para responder a los amigos más cercanos. Ellos eran los perjudicados porque no he podido agradecérselo de alguna manera. Intentando creérmelo y tratando de hacerme a la idea, porque esto es algo bastante grande.
–Parece que el Consejo le pidió al cardenal Carlos Amigo Vallejo, por tercera vez, que pronunciara el pregón y éste lo volvió a rechazar y luego le nombraron a usted. ¿Qué le parece?
–La verdad es que es una pena que Sevilla se haya perdido el pregón de Carlos Amigo, porque él quería mucho a la ciudad y hubiera sido una ocasión grandísima para devolverle todo lo que ha hecho por nosotros en todo este tiempo. No ha creído que es la ocasión idónea para hacerlo o simplemente no le apetecerá y tendremos que esperar un poco. Saber que Amigo Vallejo es el que me ha dejado el sitio para poder hablar, si es que realmente ha ocurrido así, es un honor.
–¿Ha pensado qué escribirá?
–Aún no, pero estableceré una dinámica de escritura para poder escribir un día sí y otro no. Para no agobiarme y poder atender no solamente el pregón, sino otras cosas: juntas de gobierno, mis cargos en las hermandades, mi compromiso de trabajo como organista, etc. Espero que no haya un colapso.
–Ha escrito otros pregones, ¿no?
–Sí, varios.
–¿Cuántos?
–Dicen que he pronunciado unos 30, pero no llevo la cuenta.
–Se puede decir entonces que estamos ante un pregonero profesional.
–No, porque eso no es ni una profesión ni un oficio.
–Lo decía en plano figurado. Ya sé que los pregoneros no cobran...
–(Interrumpe) Algunos pregoneros sí han cobrado.
–En definitiva, tiene experiencia ante el público...
–La verdad es que sí.
–Será el pregonero más joven.
–Seguramente, José Joaquín Gómez González lo dio con más edad que yo.
–Eso es mucha responsabilidad, ¿no cree?
–Por supuesto, es un compromiso con mis hermanos jóvenes para demostrar que podemos hacer lo mismo que los cofrades más mayores con la misma fluidez y capacidad. Es un reto y quiero dejarlos en buen lugar. –¿Qué le ha dicho el pregonero del año pasado?
–Que disfrute de este momento.
–¿Cuál es su pregón preferido?
–El de 1959, de Francisco Montero Galvache. Lo considero mi maestro, por su manera de pronunciar el pregón, la adjetivación, la poética que tiene. Es mi modelo.
–¿A la nómina de cuántas hermandades pertenece?
–A siete hermandades.
–¿Eso es bueno?
–Eso no es bueno, es buenísimo, porque tengo muchos hermanos y amigos que me quieren y me aprecian en todo momento.
–Lo digo por los compromisos. Como es de siete...
–De esas siete sólo tres son de penitencia. La Amargura, Los Javieres y San José Obrero. Todas ellas tendrán su hueco en el pregón. No se trata de una competición para decir cuál es más mi hermandad que otra. Ese concepto a mí me sobra.
–¿Cómo vive la Semana Santa?
–Entre mi obligación como organista y la afición de ver cofradías. Un poco de todo. Cada año me gusta ver las cofradías en sitios nuevos y que nunca he visto.
–¿Cuál es la marcha que ha elegido para interpetar en el teatro?
– «Cristo de las Almas», de Ignacio Otero, que es una marcha que refleja muy bien el espíritu de Los Javieres. Es el himno de mi hermandad. Es una ocasión perfecta para que la cofradía tenga el sitio que merece en el pregón.
–Durante los próximos meses será el centro de las críticas de los cofrades. ¿Está preparado?
–Totalmente, porque el número de personas que me critique será siempre menor que la cantidad de personas a los que quiero y conozco, que son los que me preocupan. Puedo entender que no les guste a todo el mundo, pero sólo me importa la gente que me quiere.
Silencio ante la crisis en San Gregorio
En pocos días, casi en pocas horas para ser más exactos, el pregonero de la Semana Santa ha aprendido el valor que tienen las palabras y mucho más el del silencio. La entrevista realizada por este periódico a Francisco Javier Segura tuvo lugar un día antes de que el arzobispo, Juan José Asenjo, admitiera la dimisión de Adolfo Arenas como presidente del Consejo. Tras la nueva circunstancia y con Carlos Bourrellier como cabeza visible de los cofrades de la ciudad, LA RAZÓN trató en vano de volver a ponerse en contacto con el pregonero esa misma noche para actualizar el contenido de la entrevista. Segura atendió las llamadas de este medio una vez que ya se conoció públicamente que Arenas no seguiría en el cargo y fue para asegurar que sobre ese asunto prefería «no pronunciarse».
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